Archivos Argentinos de Dermatología se publicó por primera vez en octubre de 1951. Como consta en la Editorial de ese primer número, se trataba de una época de renovación e impulso de la dermatología, en la que primaba un enfoque más dinámico y funcional que en décadas anteriores. En ese contexto, un grupo de abnegados profesionales deciden fundar esta institución con el objetivo de proporcionar a los dermatólogos argentinos y latinoamericanos un espacio abierto para la discusión, actualización y divulgación de los temas dermatológicos, constituyéndose a lo largo del tiempo en una prestigiosa fuente de comunicación y docencia.
Se conformó, a su vez, la Biblioteca de Archivos Argentinos de Dermatología como herramienta indispensable para el aprendizaje y para la investigación científica, la cual cuenta hoy en día con más de 30.000 referencias de todo el mundo.
Participaron en el comité de redacción de ese primer volumen de 1951, Luis E. Pierini, fundador de este grupo, Ludovico Facio, José L. Carrera, A. Kaminsky y Julio Borda. Entre los socios fundadores también se encontraban Jorge Abulafia, Augusto M. Casalá, David Grinspan, Santiago Mosto, Dagoberto O. Pierini, Ismael Pomposiello, Domingo Rinaldi, Jorge V. Sánchez Navarro, Sergio G. Stringa.
Con el correr de los años, participaron de la revista editores de la talla de Ismael Pomposiello, Dagoberto O. Pierini, Santiago Mosto, Adrián Pierini, Fernando Stengel. Muchas de estas figuras ya no se encuentran entre nosotros, pero su labor ha dejado una huella indeleble en la historia de la dermatología, un aporte fundamental para el desarrollo de la disciplina en nuestro país y para la formación de dermatólogos de excelencia. Corresponde también destacar el trabajo realizado por Andres Politi quien ocupara el cargo de editor científico de la revista desde el año 2000 hasta el 2014.
El buen funcionamiento de esta institución depende también de quienes a lo largo de estas décadas se han encargado de las tareas administrativas y de redacción, la atención al público, el armado de la revista, etc. y en tal sentido se debe destacar la labor de Dagoberto E. Pierini quien cumpliera tales funciones desde fines de la década de 1970 hasta su fallecimiento en marzo de 2012.
Para finalizar, no podemos dejar de mencionar y agradecer el aporte que Archivos Argentinos de Dermatología recibió en un momento crítico de su historia de FUNDERMA (Fundación para la educación, la investigación y el desarrollo de la dermatología) y actualmente de la Fundación Pablo Cassará. Gracias al apoyo recibido es posible dar continuidad en el presente a la importante obra iniciada en la década de 1950, con la calidad y el compromiso que siempre han caracterizado a Archivos Argentinos de Dermatología. El desafío consiste en generar un espacio educativo, en el cual se logren coordinar acciones conjuntas entre cada uno de los sectores que conforman el proyecto, de manera tal que las revistas (online y en papel), la atención en biblioteca, los cursos presenciales y a distancia (online) y todo aquello que surja de la propia práctica se ensamble para conformar un proyecto de educación integral, que sea acorde a la evolución tecnológica y los estándares internacionales más exigentes.